Martín Lutero nació en un mundo dominado por la Iglesia Católica. Atrapado y aterrorizado por la posibilidad de una muerte inminente, realiza los votos para convertirse en monje. Pero después de ingresar en un monasterio, Lutero duda que la Iglesia pueda realmente ofrecerle la salvación. Su opinión se consolida aún más cuando viaja a Roma y se encuentra con la capital del Catolicismo sumergida en la corrupción. Desesperado, Lutero encuentra desahogo en las páginas de la Biblia, descubriendo que no es la Iglesia, sino su propia fe lo que garantizará su salvación.